jueves, 14 de marzo de 2013

Introducción

A finales del siglo XIX, en Asturias, como en otras muchas zonas de España, se pone de moda entre la burguesía utilizar los trajes típicos de los campesinos como una seña de identidad regional. Lo que hasta entonces era despreciable, pobre, feo... se convierte en rasgo característico de una región, de una cultura. Esta tendencia a identificar lo folklórico y lo popular con la identidad nacional había surgido ya con el Romanticismo, y en años posteriores será uno de los elementos más explotados por los nacionalismos para definir sus identidades.

Esta práctica comienza en Asturias a finales del XIX, y se intensifica con ocasión de las visitas al principado del rey Alfonso XIII, la reina Victoria Eugenia, etc. El momento en el que el traje regional adquiere una forma definitiva, y se definen claramente las prendas que lo componen, es precisamente el mismo momento en que las clases populares empiezan a dejar de utilizarlo: aparecen las prendas modernas, los pantalones, los tejidos de algodón, los sombreros, el calzado industrial... De esta manera, el traje regional queda relegado a un uso folklorico, festivo y simbólico de una identidad cultural y nacional.

A nosotras nos interesa este proceso de conversión del traje popular en seña de identidad de la burguesía, pero sobre todo nos interesa utilizar el traje de llanisca como pretexto para estudiar las artesanías tradicionales de Asturias; no aparecen todas, pero sí algunas de las más importantes: la lana, el lino, el teñido, el azabache y el cuero. A partir del estudio de estas artesanías profundizaremos en el conocimiento de la etnografía asturiana de la zona de Llanes.

Hemos escogido esta zona y este traje porque es el que más nos gusta, es a la vez uno de los más desconocidos, y además es uno de los que antes aparece en la documentación, porque lo describen algunos de los viajeros que acompañaron a Carlos V en su desembarco en Tazones a principios del siglo XVI. Nos pareció muy interesante rastrear en qué textos de otros viajeros por Asturias aparecen referencias a este traje, y estudiar la significación histórica y etnográfica de este tipo de vestimenta tradicional.  

Objetivos

- Analizar los componentes del traje regional femenino asturiano de la zona de Llanes
- Investigar cómo ha evolucionado este traje a lo largo de los siglos, y localizar las referencias bibliográficas en que aparece
- Describir las artesanías tradicionales que intervienen en la elaboración de este traje
- Describir y analizar los usos actuales (culturales, simbólicos) de este tipo de trajes, y los festejos y ocasiones varias en que aparece.

- Analizar las causas que han llevado a la utilización de elementos folklóricos como el traje como símbolos de identidad nacional por las burguesías adineradas desde finales del siglo XIX hasta hoy.

Metodología

Empezaremos por describir el traje de llanisca. Disponemos de información variada en fuentes de la web y en libros sobre etnografía. Las fuentes bibliográficas son las que nos van a proporcionar la mayor parte de la información que tenemos que manejar. También pensamos visitar el Museo del pueblo de Asturias en Gijón, algunos pequeños museos etnográficos de la zona de Llanes, etc. Existen varias obras sobre trajes tradicionales españoles que completarán la información.

Para el estudio de las diversas artesanías contamos con obras específicas, y con varios museos en Asturias y en otras zonas de España.

Una vez recogida toda la información procederemos a ordenarla, revisarla y analizarla, porque queremos sacar conclusiones sobre el uso que este tipo de trajes y materiales folklóricos ha experimentado en el siglo XX, y cómo se han convertido en señas de identidad nacional.  

Los orígenes del traje y las primeras manifestaciones


Al margen de las modas, la indumentaria tradicional de Llanes tiene antecedentes lejanos.
Uno de los primeros documentos que tenemos sobre el traje la escribió Laurent Vidal, cronista oficial de Carlos V que, al desembarcar por accidente en Tazones se vio muy sorprendido por la indumentaria de estas gentes:



"A mi parecer, no podría comparar mejor esos adornos que con esas mujeres de pueblo que han cargado en la cabeza ocho o diez pisos de colmenas cubiertos con una tela, o con una mujer que se hubiese revestido la cabeza con una gran cesta de cerezas, pues así son de altos y anchos por encima esos adornos.
Las mujeres van allí, como los hombres, la mayor parte del tiempo sin calzas, y si las llevan son anchas y rojas y llenas de frunces, a causa de que no llevan ligas. Yo vi algunas que llevaban botas hasta media pierna, y creo que a la mayoría de estas mujeres no les hace falta peineta ni cordones para sujetarse el pelo, pues debajo de esos altos adornos llevan muchas negras y grises lentejuelas...
Igualmente las chicas casaderas van  pobremente vestidas y la mayoría con tela de lino o con un pobre refajo sin mangas y tundido, teniendo las orejas horadadas para colgar de ella en día de fiesta, cuando van a divertirse, a la vez crucecitas de plata, pendientes y otras chucherías a su gusto; Alrededor del cuello llevan, a manera de collar, rosarios de azabache, a veces de ámbar o coral y también cordones negros llenos de nudos...; y a dichos collares, cuelgan y atan alfileres y otras menudencias,  Los días de hacer van con los pies desnudos y vestidas tan sobriamente, por lo cual no parecen tan bellas como parecían si estuvieran mejor vestidas".


Ahora bien, lo que actualmente conocemos como “traje tradicional” está basado en la indumentaria que vestían las gentes del pueblo llano a lo largo del siglo XIX.
Los cambios en la cultura tradicional empiezan a manifestarse en el siglo XIX, culminando en las primeras décadas de la pasada centuria.

Asimismo se va a originar una asimilación entre las indumentarias de esta época y la religiosidad popular, especialmente a lo que se refiere en las ofrendas del “ramo”, esas estructuras de madera con variada morfología que se engalanan con cintas y flores para ofrecer pan, flores y otros productos señalados a la Virgen. Este es un fenómeno lo suficientemente complejo como para dar origen a una indumentaria bien diferenciada, “el traje de llanisca”, que desde las últimas décadas del siglo XIX hasta nuestros días es de obligado uso para toda mujer que quiera participar en la ofrenda del ramo en los concejos de Llanes, Cabrales, Onís, Cangas de Onís, Ribadesella y Ribadedeva.

La evolución formal del traje ha afectado más a la decoración, telas y colores, que a la propia forma del mismo.

La Guerra Civil dejó paso a un mundo rural hundido en la miseria y en la necesidad. No por ello el sentimiento festivo desaparece, y apenas finaliza la contienda vuelven los ofrecimientos de ramos.
Con los ofrecimientos vuelven las mozas ataviadas de aldeana y con ellas los trajes que se usaban con anterioridad al enfrentamiento bélico. Poco a poco la comarca comienza a conocer un despegue económico y los trajes empiezan a cambiar. Nuevas telas llegan a los mercados llaniscos. El tergal arrincona a los paños tradicionales. Las finas muselinas y el crisaten dejan su sitio al hilo bordado. Los agremanes desaparecen del mercado, se bordan los motivos sobre tira de tul y directamente sobre la tela de la falda.
La uniformación se hace cada vez más patente. Mandil, justillos, banda y pañuelo se constituyen en una misma tonalidad. Cada vez se tiende más a la riqueza y al abigarramiento.

La lana


Esquilado  limpieza  clasificación  preparación  lavado secado  estirado ➨ cardado  hilado  torcido  enmadejado  teñido.

Desde que el ser humano descubrió cómo domesticar a los animales y empezó a conocer las posibilidades que estos le ofrecían, la lana ha sido una de las materias primas más utilizadas para la realización de vestimentas.
El cuidado de las ovejas y la obtención y tratamiento de la lana ha sido parte fundamental de la cultura tradicional asturiana hasta fechas muy recientes.

La lana es una fibra cuya calidad depende de la raza de ovejas. Se distinguían dos clases: la "lana fina", que procedía de las ovejas merinas o trashumantes, y la "lana burda" de las ovejas del país. La lana más corriente en Asturies era la última, que se sacaba de la raza asturiana de oveja xalda. Las ovejas se solían esquilar en mayo y junio, se separaban los vellones según su calidad. Con la llegada del buen tiempo, se cortaba la lana de las ovejas que había crecido a lo largo de la temporada. A este proceso se le denomina trasquilar. Con el fin de que el ganado estuviese quieto se le ataban las patas para no hacerles daño con las tijeras. Se inicia el proceso por el abdomen y las patas, que por estar más en contacto con el suelo darán una lana más sucia y de inferior calidad. Se finaliza en el lomo, cuya lana es de mejor calidad y está más limpia.
Una vez cortada la lana, se seleccionaban los vellones según su calidad. Se  limpiaban a mano de las impurezas, y para asegurarse de que la lana estaba limpia, se lavaba posteriormente con agua hirviendo y ceniza o jabón (elaborado también de modo tradicional, con grasas animales y sosa cáustica) con el fin de blanquearla.
Finalmente se aclaraba con agua fría y se dejaba secar al sol, tendiéndola normalmente en los corredores de las viviendas o en los hórreos y paneras. En esta operación, realizada en el verano, la lana suele perder la mitad de su peso. Posteriormente se escarmenan los vellones de lana sin romperlos, dejándola más algodonosa.Una vez preparados y secos los vellones eran  estirados a mano, para después proceder al  cardado y peinado, que dejaba la lana fina y lista para el hilado.

El lino

Siembra  recolección  secado  separación de los tallos  remojo  secado ➨ mayado  espadado  limpieza  clasificación  hilado  teñido.


Anda tu, linaza esprebelida,
que a los tres días ya tas nacida.
Anda tú, centeno centenudo,
que tas nueve meses debaxo el tarugo.


El lino es una planta herbácea, que se compone de una sustancia leñosa (70%), interior, y de una sustancia filamentosa (30%), exterior, de la cual se extrae la fibra textil. En Asturias fue un cultivo muy extendido desde antiguo.Se siembra en el mes de octubre. Al poco de germinar, se rastrilla la tierra, arrancando las hierbas inútiles que nacen en el linar. Una vez madura la planta, cuando llega el mes de mayo o junio, es el tiempo de la recogida. Se hace arrancando la planta a mano y atándola en manojos, que se colgarán después en el pajar, en el corredor o en la panera, para que seque.


Centrándonos en su cultivo y elaboración hemos de destacar que esta planta requiere tierra de buen fondo, fértil, sustanciosa, ligera y suave. La siembra se realiza en primavera, y a partir de  este momento se riega y se le hace un escardado cuando ha crecido unos centímetros.
La planta se considera madura entre los meses de julio y agosto. Para convertir las plantas en fibras textiles era necesario realizar varias operaciones:
1. Secar los manojos de plantas al sol.
2. Separar las semillas de los tallos, guardándolas para otras siembras, con el debagadoiru o ripu.
3.  Sumergir las plantas en un remanso de un río o arroyo, durante una semana, con el fin de pudrir la parte leñosa de los tallos.
4. Secar los manojos al sol.
5. Machacar los tallos con un mazo de madera para romper las fibras leñosas.
6. Golpear los tallos con una espadilla sobre el borde de una tabla, hasta que se eliminan las partes leñosas, separando de ellas las fibras. En algunos sitios se restregaban sobre una tabla vertical.
7.  Rastrillar o pasar las fibras por un rastrillo para limpiarlas totalmente, y clasificarlas según su finura. Las primeras fibras que quedan en las púas del rastrillo son las estopas; en una segunda vuelta va quedando en las púas lo que se llama mediana y en las manos de la mujer las fibras más finas o cerro. Con esta operación el lino quedaba preparado para hilar.
8. Hilar las fibras rastrilladas. Con la ayuda del huso se producía el hilo, haciendo con él cadejos.
9. El lino se blanqueaba por medio de repetidas coladas y de su exposición al sol. La colada se realizaba en un bogadoiru provisto de una tina en cuyo interior se metían las madejas. Por encima se colocaba una tela con ceniza de madera (preferentemente de roble, haya y fresno), hojas de laurel y hiedra, éstas para perfumar las madejas, y sobre todo ello se echaba agua caliente. La combinación entre la ceniza y el agua actuaba como la lejía, y blanqueaba el lino. Las coladas se repetían seis o siete veces, lavando las madejas con agua entre cada operación.
10. El telar conformaría el tejido, y con el batán se refinaría y adelgazaría.
11. Las telas así obtenidas eran  coloreadas con tintes naturales, que desde tiempos atrás eran ya conocidos, generalmente de origen vegetal, raíces, ramas y frutos. Completaban la elaboración de los trajes los sastres, que eran numerosos en los distintos concejos.

El lino se cultivó ampliamente en Asturias hasta su decadencia con la entrada de material ya elaborado a lo largo del siglo XIX. Si bien es un cultivo prácticamente desaparecido de nuestras tierras su importancia fue tal que aún se ve reflejada para siempre en nuestra toponimia.

Hilado

Rueca / torno torcido  aspado / madejado  cocido / blanqueado  desengrasado ➨ devanado  ovillado.

El hilado era un trabajo exclusivamente femenino. Las mujeres hilaban a todas horas y en todos los lugares. Los instrumentos empleados eran muy sencillos: la rueca, que era una vara delgada donde se colocaba el copo de lana o lino; y el huso, palo pequeño torneado provisto de un rodete, en el que se enrollaban los filamentos hilados. En la rueca va enganchado el copo de lana o el lino; en el huso se enrollaban las hebras una
vez hiladas.
También se hilaba con los tornos de hilar  aunque, en Asturias su empleo nunca
tuvo gran aceptación. El huso permitía compaginar el hilado con otras actividades agrícolas. Por último, se empleaba la torcedera (que es un instrumento similar al huso, pero de mayor tamaño) con un gancho, para hacer un hilo fuerte, uniendo dos. Para hilar era habitual que las mujeres y mozas se reunieran durante el otoño e invierno en los filandones, files o polaviḷḷas.
Una vez hilado el material se procedía a la elaboración de cadejos con las aspas. Éstos más tarde se transformaban en ovillos con la ayuda de devanadoras, quedando de esta manera las fibras textiles listas para tejer en el telar y para hacer medias o calzas. Pero antes de hacer los ovillos, las madejas de lino se blanqueaban y
las de lana blanca, a veces, se teñían. Tras esto, las madejas se convertían en ovillos mediante las devanaderas.
Finalmente, se secaban y oreaban durante un tiempo. Las madejas de lana se teñían, antiguamente, con sustancias naturales y, modernamente, con anilinas. Los hilos coloreados se destinaban para las ropas de vestir y colchas de cama. Los colores más comunes eran el amarillo, colorado, azul y verde, y algunas de las materias

naturales más empleadas eran las cortezas de aliso  y nogal, las hojas de nozal, la corteza de nuez, las moras verdes y maduras, la cáscara de cebolla, la cochinilla y el añil. Para fijar los colores se utilizaba  la piedra de alumbre.

Tinte


Los tintes naturales fueron los únicos usados desde la antigüedad, hasta que se descubrieron los sintéticos a mediados del siglo XIX, para satisfacer la necesidad de llevar el color a las ropas que formaban parte de la vida cotidiana. Los tintes naturales se obtienen a partir de diversas fuentes vegetales, minerales o incluso animales. Los colorantes naturales al alcance de la mano suelen ser principalmente aquellos de origen vegetal, como plantas, cortezas, flores o frutos.

La paleta que ofrece más frecuentemente el uso de estos colorantes contiene en su mayoría tonos cálidos, desde los marrones, naranjas y ocres hasta los amarillos y verdes.
Por lo general obtendremos la materia prima para teñir de alguna especie vegetal que se encuentre en la zona donde nos encontramos realizando la actividad. Por ello es muy importante identificar cuáles son  las alternativas de recolección y las épocas del año para cada especie tintórea. Entre otros podríamos destacar estos de nuestra tierra:

Rojo: Moras de zarza.
Marrón: Cáscara de nuez.
Amarillo: Cáscara de cebolla, raíz de jara,
barba de maíz o azafrán silvestre.
Granate: Bayas de saúco.
Beige: Cáscara exterior de la castaña.
Rosa: Flores de digital.
Negro: Corteza de roble.

El proceso para teñir la fibra de lana con colorantes naturales se logra por medio de la difusión del colorante hacia el interior de la fibra, sin que se produzca una reacción química del colorante con ésta. La reproducción exacta es un punto casi imposible por el origen natural de la materia prima que provee el color, por lo cual el color obtenido dependerá de condiciones tales como época del año en la que se recolectó el material,
tipo de suelo, región de cultivo...; todos, factores difíciles de manejar a la hora de teñir.
El color negro no era fácil de conseguir con tintes naturales, al igual que los rojos, que se obtenían con la cochinilla#, o los azules para los que se utilizaba el índigo. Los tintes necesarios para obtener estos colores no estaban al alcance de todos y, por tanto, sólo las familias con gran poder adquisitivo podían conseguirlos.

El telar



Una vez obtenidos los ovillos de lana y lino eran llevados a las tejedoras que había en casi todas las parroquias, que los tejían en sus telares. El telar utilizado en Asturias responde al modelo de bajo lizo y pedales, que fue inventado en la Edad Media, datando los primeros testimonios del siglo XII. En general, podríamos describir un telar como un aparato construido con madera o metal, que puede ser artesanal o industrial. Existen y han existido muchos tipos de telares en Asturias, si bien el más complejo y afamado es de estructura armada cúbica rectangular de maderos y tableros de madera que sostienen y encierran el conjunto del sistema. En la parte inferior lateral posee unos pedales de acción humana que permiten el movimiento de arriba abajo, cruzándose la urdimbre, gracias a los lizos, con la trama. Los lizos son de lana y tienen unas anillas, están sujetos al armazón del telar mediante las perchadas, y éstas a unas poleas. Cuenta también con un peine hecho de púas de acero; un enjulio, que es un rodillo, un rodete o cilindro en el que se enrolla la manta ya tejida; y un asiento.
Gracias al telar se transformaban los hilos en tejido, combinando una serie de hilos dispuestos en sentido longitudinal, que forman la urdimbre, con otros hilos transversales que constituyen la trama. La urdimbre se preparaba con una urdidera, normalmente de aspas, en donde se ordenaban los hilos paralelos entre sí y en dos series que, subiendo o    bajando cada una alternativamente, producen el entrecruzamiento de la trama que pasa entre ellas. La trama se formaba con un hilo enrollado en una pequeña caña, la canilla, (en asturiano mazorga) y se obtenía con unos utensilios denominados mazorgueros. Estas canillas o bobinas de hilo se metían dentro de una lanzadera,  con la que se formaba la trama pasando el hilo a mazorga-través de la ulidumbre.

Filandón


Les files, filandones, polaviḷḷas o calechos son reuniones de mujeres para hilar la lana y el lino que tienen lugar durante las noches de invierno, normalmente en la cocina, a las que acuden también los hombres, aunque como meros espectadores que animaban el ambiente; el hablar, comentar sucesos, contar historias, gastar bromas acabó siendo de tal importancia que por fila se entiende también la reunión de gente para hablar o pasar

el tiempo sin más. Sin duda los filandones eran un pretexto para la diversión, en ellos se recitaban romances y narraban cuentos e historias antiguas; se decían adivinanzas, se jugaba y, si había espacio suficiente, se bailaba.
Eran unas reuniones de trabajo en las que las personas más viejas transmitían oralmente a los jóvenes  los conocimientos, creencias y valores de la sociedad tradicional.
Los filandones eran también lugares de transmisión de conocimientos. Muchas de las actividades textiles se realizaban en grupos; existía una cooperación de los vecinos de la comunidad. Esta cooperación formaba parte de los ritos de interrelación que se desarrollaban en estas sociedades preindustriales. Los lugares de hilado, como
los filandones en Asturies, los fiadeiros en Galicia etc., donde se reunían para realizar los procesos de hilado, eran sitios que, además del trabajo, servían como lugares de transmisión, creación y readaptación de manifestaciones populares. Aquí se transmitían y se inventaban refranes, proverbios, dichos, adivinanzas, dictados tópicos, romances, cuentos y chascarrillos, coplillas, canciones, juegos, etc.
Los cantares con el tema de los filandones son numerosos.

Cola rueca nuna mano
y el fusu na faltriquera
voi pa casa la vecina
a marmurar de vida ayena.
Cola rueca na cintura
yo me gano'l mio dinero
Poco se gana filando
menos se gana dormiendo.

Piezas de que consta un traje de llanisca

- Blusas o “Chambra”:
Es la camisa interior, presenta mangas de encaje y de hilo, toda ella de color blanco. Pueden ser cortas, pero generalmente se usan más las de manga larga. Se adornan con pasa cintas que se rematan en las muñecas a modo de lazos del mismo tono que el pañuelo, justillo, mandil y banda.
El corte del escote es amplio cerrándose la abertura de la delantera por medio de finos botones de hilo.


- Enaguas o “Sayas”:
Son de color blanco adornados con ricas puntillas, lazos y pasacintas. La tela utilizada dependía del nivel económico de la propietaria. Se tendió siempre a que estas faldas interiores enarcasen la saya hasta arriba, a fin de resaltar la cintura.


- Pololos:

Son una especie de calzones hasta la rodilla, también de hilo blanco y adornos de encajes y puntillas, se rematan a la altura de la rodilla con un lazo similar a los anteriores. Generalmente hoy los usan las chicas integrantes de los grupos folklóricos, para bailar bailes llaniscos.

- Justillo, Corpiño o Jubón:

Es el corpiño sin mangas que por medio de un cordón quedaba completamente ceñido al cuerpo. Este cordón era habitualmente un regalo de los mozos que con motivo de la costera salían fuera del concejo. Las telas más utilizadas son los damascos brocados de seda. Se trata de una pieza que tiene que quedar muy ajustada. No lleva bordados de azabache, pero si puede llevarlos en hilo de oro o plata.

- Solitaria, Dengue o Rebociño:
Su anchura es variable. Suele estar confeccionado en terciopelo negro nunca de otro color, va completamente bordada con variados motivos en azabache. Está bordeada por un fleco de varios tamaños, antiguamente eran cortos dejando ver el dibujo del justillo hoy se hacen demasiado largos llegando a ser incómodos, porque no dejan ver el tejido del justillo. El borde interior se remata por dos puntillas estrechas de encaje, una blanca y la otra negra. Siempre se debe cruzar hacia el lado derecho. Esta pieza dependiendo de sus bordados puede llegar a pesar 1.5 kilos o más. 



- Banda:

Es una gran lazada de muy variado colorido atada al mandil que cae sobre el lado derecho de la cadera. Suele ser del mismo color que el justillo, mandil y pañuelo. Antes eran de seda natural y estampadas, procurando entonar con el colorido del traje. Hoy suelen ser de raso o de la misma tela que el pañuelo.

La banda ancha de color;antiguamente, solo se la ponían las solteras para indicar su soltería.


- Mandil o Delantal: 

Es la pieza que más variaciones ha sufrido, se adornan con tiras de agremán. Los bordes se decoran con puntilla con expresos flecos de seda o con pingos de azabache, siendo estos últimos los que se utilizan en la actualidad.
Puede ser de forma redondeada o cuadrada y el tamaño varía. Los antiguos eran más grandes y hoy se está volviendo a esa tendencia . La tela usada para su confección suele ser la misma que el justillo, pero no obstante puede usarse el terciopelo negro o de color. 


- La falda:
Es de amplio vuelo, fruncida en la cintura por pequeños pliegues. Estos configuran un peculiar entramado conocido como “trancajilu”, es lo más difícil e importante, de él depende que la falda presente un aspecto airoso y elegante. Lo curioso es que no se ve, va tapado por los flecos de la solitaria. Los adornos de la falda están concentrados en la parte inferior y consisten en cintas de terciopelo negro que se alternan con agremanes y bordados en azabache y en algunos casos pasamanería, siempre negros. 




- Chaquetilla:

Pieza de pequeñas dimensiones, de estilo bolero o chaqueta torera, su función es más de adorno que de prenda de abrigo, puesto que se lleva doblada y prendida sobre el hombro de la moza, de tal forma que una de las mangas cae una hacia delante y otra hacia atrás. Generalmente se confecciona en la misma tela que la falda, y los adornos son iguales. Su riqueza decorativa depende de la riqueza que presente el resto del atuendo. En algunas ocasiones el traje no tiene chaqueta, bien porque no fue confeccionada o bien porque se fue perdiendo debido a los sucesivos préstamos.

Se adorna con la flor distintiva de cada bando, en el caso de La Magdalena con uno o dos claveles rojos prendidos en el hombro.




- Pañuelo:

Es la parte más importante y su colocación es lo que caracteriza al traje de llanisca. La forma de colocarlo se llama “repicar”. Va sujeto sobre un moño llamado de “picaporte” y prendido por alfileres formando las “lorzas” (normalmente tres) luego se hace un nudo sobre el moño, y los dos picos deben sobresalir por encima de la cabeza. No se puede colocar por una misma, debe hacerlo otra persona. Está confeccionado en una tela igual al justillo, puede ser liso o estampado, nunca bordado en azabache y tampoco de terciopelo. Los más lucidos son de seda natural. 


- Medias:
Antes tejidas en lana o hilo, de color hueso o azul cielo. Luego al enriquecerse el traje se usaron de seda natural y encaje legítimo negras o de color marfil; estas estaban al alcance de pocas personas por su elevado precio; aún hoy se conservan algunas cercanas al siglo. Actualmente se usan pantys de encaje, con calados y otros motivos. Los colores son negro para las más mayores y blancas para las jovencitas. Las niñas a menudo siguen usando las tejidas en lana o perlé y de color azul o blancas.


- Zapatos:
Son escotados de piel negra o de charol, a veces adornados con un lazo o una hebilla. Suelen ser de medio tacón y actualmente también se usa los zapatos atados con cordones, sobre todo los grupos folklóricos. Nunca se usan las madreñas. Las corizas y escarpinos es el calzado usado por los porruanos y por los niños, siempre se llevan con medias de lana. La aldeana más mayor nunca los usa.

- Aderezos y joyas:
Se llevan collares de coral rojo, también de azabache de diversos largos. A modo de gargantilla, se usa una cinta de terciopelo negro de un dedo de ancho y en ella un colgante que puede ser un camafeo o una medalla. También una larga cadena de oro en la que se lleva el reloj. Los pendientes son largos en oro o plata y con coral rojo. También se utilizan broches de los mismos materiales para sujetar la solitaria y la chaquetilla. La joyería era aderezo imprescindible para toda aldeana. El adorno de más barato costo fueron las flores que, sobre hoja verde, se llevaban prendidas sobre la chaqueta. La mayor parte de los pueblos, llevan las flores sin atender a ningún criterio
Normalmente no se usan pulseras ni anillos. Algunas llevan una larguísima cadena de la que cuelga el abanico y va sujeta al lado izquierdo de la cadera.
Todos estos adornos dependen del poder adquisitivo de cada uno. Estas piezas no se alquilan con el traje. Nunca se llevan perlas u otros aderezos de otras piedras que no sean corales, estos son los típicos y tradicionales.


Los indianos y la pedrería


Hay quien dice que fueron los indianos los que introdujeron los recargados y a la vez elegantes y distinguidos adornos de azabache bordado en el traje de aldeana, sin embargo, hay que tener en cuenta más cosas:

El traje de aldeana durante el siglo XIX esta fuertemente influenciado por la moda de París, porque, como ya vimos en repetidas ocasiones era un elemento de clases acomodadas empeñadas en seguir las modas.

La moda victoriana, que fue la predominante hasta 1890 era bastante austera en adornos y colores, marcando la diferencia social las ricas telas de seda, los drapeados, volantes y adornos de pasamanería.
A partir de 1890 llega la Belle Epoque, un periodo de desembolso económico sin precedentes que tiene también empeño en la moda. Las mujeres simplifican mucho más su atuendo, se pone de moda el traje sastre, compuesto de blusa y falda entallada, y a esta simplificación de formas en el vestir le acompaña un gusto por los colores más claros y un enriquecimiento de los adornos en pedrería que duró hasta los años 20.
Esto por supuesto afectó al traje de aldeana, que centró a partir de entonces su lujo en bordados de pedrería de azabache y en usar telas en más categoría que el paño de lana, como la seda, por ejemplo. Con todo, nunca se llegó a tanto arraigamiento como ahora.
Los indianos son los nuevos ricos, la clase social con más dinero del momento. Imitan las costumbres de la aristocracia, como no podía ser menos, visten a sus hijas y mujeres con los mejores trajes de aldeana del momento. Puede decirse que los indianos introdujeron la pedrería en los trajes


Aldeanas con un indiano

Los colores

Los trajes de aldeana, son de mano, imitaciones que llevaban las jóvenes pudientes de la ropa que traían las clases más modestas, “las aldeanas”, para participar de esta manera en los ritos populares. De tal manera que también intentarían imitar los colores de éstos, que serían en primer lugar, los pardos en distintas tonalidades así como los que se sacaban de tintes caseros relativamente asequibles, como amarillentos y anaranjados, verduzcos y marrones.
Al ser un traje burgués, el traje de aldeana recibe siempre la influencia de la moda de París, que en la segunda mitad del siglo XIX gusta de tonos sobrios como el marrón, el gris, el granate, el azul oscuro o el violeta.
El negro, de reciente incorporación, jamás sería usado antiguamente por ser el color de luto, y por ello impropio de un día festivo.
Hoy los colores abarcan todas las gamas del colorido: negro, grises, morados, malvas, azul marino, azulones, verde botella, verde hoja seca, marrones, avellanas, ocres, granates, rojos. Todos estos tonos son los usados para confeccionar la falda y chaquetilla, para el justillo, mandil, pañuelo y banda, los colores se amplían y son más luminosos: fucsias, magentas, rosas, salmones, azules, turquesas, verde agua, verde manzana, rojos, bermellón, amarillos, dorados, calderas, etc.